El llamado a la revocación de Fiducia supplicans del Papa Francisco y el cardenal Tucho Fernández, es solo la punta del Iceberg.
“Es urgente revocar la declaración Fiducia supplicans , así como el comunicado de prensa del 4 de enero de 2024, firmado por el Cardenal Víctor Manuel Fernández y Mons. Armando Matteo. El documento, por lo absurdo e inaceptable de sus pretensiones (y la posterior clarificación, incluso agravamiento de la Declaración) han provocado una profunda división dentro de la Iglesia con las conferencias episcopales, e incluso de un continente entero, que han rechazado hacerlas aplicables en sus ámbitos de competencia”.
Luisella Scrosati
Antecedentes
Fiducia Supplicans es una declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe de la Iglesia Católica, publicada en definitiva el 18 de diciembre de 2023.
La declaración aborda la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares, como las parejas del mismo sexo, sin que esto implique una aprobación o validación sacramental de su unión.
Como todos sabemos, la bendición de nosotros los pecadores se da diariamente en todo el mundo cuando el sacerdote culmina la Misa y dice: ” Y la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. Amén. La misa ha terminado “.
Por lo tanto, pretender dar bendiciones especiales a parejas en unión libre, o quienes cometieron infidelidad o adulterio y se volvieron a casar por derecho civil o, más aún, las parejas homosexuales, es absolutamente innecesario si el argumento es que se hace para que cambien. La bendición ya la pueden obtener al final de la misa.
Este “permiso” que dio Francisco y el cardenal Tucho Fernández para dar este tipo de bendiciones es una manera mañosa de pintar la misericordia. ¿Por qué? Porque en los hechos lo que realmente está sucediendo es que llegan estas parejas (aclaro: no tengo nada en contra de mis semejantes) y ponen su carita de enamorados y van a recibir la bendición con sus propias intenciones que desconocemos pero que para este caso resulta irrelevante porque se trata de un hecho objetivo que ocurre a la vista de otros fieles.
Con ello, el argumento de Fiducia Supplicans queda como letra muerta. Y esto es así porque en esencia esa declaración es ambigua y falaz.
La División no ha sido solo por Fiducia Supplicans.
La polarización interna dentro de la Curia Romana y de los Episcopados de diversas regiones del mundo no ha sido sólo por este documento, ni siquiera solo por Amoris Laetitia, otro documento polémico de Francisco.
El desasosiego de muchos obispos y cardenales tiene su fuente en más cuestiones doctrinales de fondo y en declaraciones y actos públicos del pasado Papa.
Fiducia Supplicans solo es un caso controvertido que genera división y confusión.
Por ejemplo, obispos y cardenales como el cardenal Robert Sarah lo calificó como herético y fue apoyado con el rechazo de los obispos africanos, y el cardenal Fridolin Ambongo, quien fue el que lideró la oposición africana, calificando esta desviación doctrinal de “colonización cultural”.
En un mensaje el cardenal Sarah fue explícito: “nos oponemos firme y radicalmente a una herejía que socava gravemente a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, porque es contraria a la fe católica y a la Tradición”.
El cardenal Gerhard Müller criticó también a Fiducia por contradictoria.
Anteriormente, se recurrió a un procedimiento permitido llamado Dubia para pedir una aclaración formal al Papa Francisco a partir de un listado de cuestiones que estaban causando “error y confusión” entre los fieles católicos, y ahí se incluyó este tema de las bendiciones a parejas en situación irregular ante la doctrina católica como lo son las parejas homosexuales.
Juan Sandoval Íñiguez (México), Robert Sarah (Guinea), Joseph Zen Ze-kiun (China), Raymond Leo Burke (Estados Unidos) y Walter Brandmüller (Alemania) firmaron ese documento y al recibir la respuesta quedaron con más dudas todavía por lo que volvieron a enviar una nueva Dubia , la cual ya no tuvo más respuesta que el silencio.
De esta forma, es ingenuo negar el choque frontal entre obispos y cardenales en este momento histórico que nos está tocando vivir.
Declaraciones francamente escandalosas como la del cardenal Jean-Claude Hollerich, encargado en su momento de los trabajos del Sínodo de la Sinodalidad, a favor de cambiar el sentido de la Biblia y adaptarlo a las necesidades de nuestro tiempo, o las del cardenal Fernández, quien se ha pronunciado porque la Iglesia deje de decir qué actos son malos y cuáles actos son buenos y aceptar a todos “tal como son”, no tendrían tanta gravedad de no ser que él fue precisamente el Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el máximo cargo de la Iglesia Católica para establecer y cuidar la moral católica, y que por cierto fue calificado de “hereje” por el propio cardenal Müller, que tuvo ese cargo anteriormente después del cardenal Joseph Ratzinger.
Así es como entramos en esta nueva etapa, la del Cónclave histórico para suceder a Francisco. Y todo apunta a que un Papa más radical llegue al trono petrino pues la Masonería, hay que decirlo, se ha infiltrado en el seno de la Curia y de algunos Episcopados como el Episcopado Alemán.
Es por eso, que este fin de semana, el cardenal Raymond Burke publicó en distintos idiomas un llamado urgente a rezar la Novena “de forma inmediata y hasta que se elija un nuevo Papa”, “Dada la gravedad de la situación”, así, con esas palabras lo ha dicho.
Un Cisma se avisora y de nuestras oraciones dependerá en buena parte que esto no suceda.
Orlando Carrillo

Estimado Orlando,
Gracias por compartir con claridad y convicción este análisis tan serio sobre la situación actual en la Iglesia. Se nota que hay un amor profundo por la verdad y una preocupación genuina por la fidelidad doctrinal. Escucharte es también reconocer que en este momento histórico muchos católicos viven con inquietud, con preguntas que no encuentran aún respuestas claras o convincentes.
Recoger estas tensiones, como lo haces, es parte de vivir en una Iglesia viva, no inmóvil. Una Iglesia que se debate entre fidelidad y apertura, entre tradición y caminos pastorales nuevos. Y es precisamente ahí donde muchos, desde distintos lugares, estamos llamados a orar, discernir y seguir caminando.
Personalmente, me quedo con una pregunta que me resuena fuerte: ¿podemos bendecir a quienes están en situaciones irregulares sin convalidar el pecado, sino como signo de que Dios no cierra nunca la puerta? Me cuesta, lo confieso, pero también me mueve a pensar en ese Jesús que tocó leprosos, defendió a la adúltera, comió con publicanos… y lo hizo sin dejar de llamar al cambio, pero desde la cercanía.
Gracias por tu testimonio. No dejemos de hablar, de orar, de escuchar… y sobre todo, de confiar que el Espíritu sigue obrando, incluso en medio del desconcierto.
Rafael